Yo, con mi proverbial omnipotencia, tras una insulsa, indolente e infinitamente vacía y larga existencia, decidí crear el mundo de forma completamente arbitraria. Fue así que Me dio por dotar al ser humano de libre albedrío. Por otro lado, éste debe creer en Mí y adorarme, acatando en todo momento Mi sabia voluntad. El problema surge para entender cómo la especie humana puede ejercer su libertad respetando Mi voluntad. ¿Cómo deben Mis devotos borregos saber cuándo han de tomar sus propias decisiones y cuándo han de cruzarse de brazos esperando el cumplimiento de la divina providencia?. Ese es un tema delicado que conviene rebozar con todo el oscurantismo posible para evitar que una contradicción tan evidente dañe la fe. Se puede construir un complejo entramado para despistar como decir que la libertad humana no es algo absoluto y que aún siendo limitada es libertad al fin y al cabo, filosofando de manera enmarañada hasta acabar dando argumentos vacíos y maravillosamente Absurdos acerca de ésto, con lo que se consigue evitar el verdadero problema de fondo que no es la libertad humana, que sí puede ser limitada, sino la Mía, que no puede serlo. La existencia de libre albedrío supone la existencia de aspectos de la vida humana en los que Yo no tengo poder de decisión y eso es contraproducente a la hora de alardear de omnipotencia y de omnisciencia. Sin ésta también se vería muy dañada Mi reputación como la causa primera y dejaría Mi existencia de ser "el gran comodín del pensamiento". Llegados a éste punto la solución chapucera es decir que soy Yo, libremente, quien decido limitar Mi omnipotencia. Lo cierto es que, sea cual sea la causa, una omnipotencia limitada suena un poco chungo. Pero por otro lado sería poco omnipotente no poder limitarse a uno mismo. Además si en todo este asunto mezclamos mi presunción de bondad, se llega a tal profundización en el completo Absurdo de Mi existencia, que es perentoria la necesidad de refugiarse en el recurso del Misterio Divino.
Reconozco la dificultad en diferenciar entre aquello que acontece en la vida de Mis crédulas criaturas como consecuencia de sus actos y aquello que les ocurre a causa de Mi caprichosa voluntad. La interpretación no puede sino ser completamente arbitraria y subjetiva, realizándose siempre a conveniencia, de forma que se favorezcan los intereses de Mi fe y de Mi Santa e Hipócrita Iglesia. Así es como debe ser el funcionamiento de una fe basada en verdades inmutables y absolutas.
Lo que ha de quedar completamente claro es que Mis queridos borregos han de tener la virtud suficiente como para acatar libre y servilmente Mi arbitraria voluntad con resignación cristiana, por muchos padecimientos que Yo les haga pasar de manera siempre arbitraria y antojadiza.
Lo que ha de quedar completamente claro es que Mis queridos borregos han de tener la virtud suficiente como para acatar libre y servilmente Mi arbitraria voluntad con resignación cristiana, por muchos padecimientos que Yo les haga pasar de manera siempre arbitraria y antojadiza.