miércoles, 15 de octubre de 2008

La ignorancia, inmejorable sustrato para la fe.

En éstos impíos días que corren, la ignorancia acostumbra a verse de forma equivocadamente peyorativa, cuando en realidad prácticamente sólo tiene virtudes. Porque, queridos feligreses, ya iba siendo necesario éste sentido alegato en defensa de la ignorancia.
Es gracias a ella, que la mente humana carece del criterio necesario para distinguir lo absurdo de lo razonable, actuando de catalizador en la búsqueda de explicaciones mitológicas y místicas tanto para los fenómenos más cercanos como para las grandes dudas trascendentales. De ésta forma las respuestas más simples y absurdas resulten suficientes y reconfortantes para el ser humano.
Existe una relación inversa entre el grado de cultura de un pueblo y su religiosidad. Es la desmedida demanda que genera la incultura la responsable directa de la enorme proliferación de templos de las más diversas religiones así como de la práctica de todo tipo de rituales de magia negra y brujería, en las áreas del planeta con mayor analfabetismo. Dichos rituales mágicos acostumbran además a mezclarse de manera completamente indiscriminada con los religiosos gracias a la ausencia de las ataduras que produce la razón. Pese a que no es del agrado de Mi Iglesia tal hibridación de fenómenos místicos, es de comprender que tan fundamentados están unos como otros y que es prácticamente imposible separarlos sin menoscabar la credibilidad de ambos por igual. Es, por lo tanto, mucho más conveniente echar mano de la santa hipocresía, ignorar los aspectos negativos y limitarse intentar destilar la fe correcta gota a gota mediante el adoctrinamiento. Dicho adoctrinamiento es, además, indispensable en el lamentable caso de que la ignorancia haya sido usada ilegítimamente por otras confesiones religiosas fraudulentas. Podría pensarse que adoctrinar en el fondo es educar, con los incovenientes que ésto origina pero, ante todo, quiero dejar bien claro que la educación basada en adoctrinamiento religioso no es otra cosa que la consolidación y amurallamiento de la ignorancia. En el caso de los que adoran falsos dioses supone además su encauzamiento.
Con el avance de la cultura tanto la religión como el resto de prácticas supersticiosas van gradualmente dejando de ocupar tan significativo papel en el día a día. El hecho de que la fe no desaparezca completamente en los países más desarrollados tiene mucho que ver con la necesidad que tienen sus habitantes de creerse elegidos por mí y por lo tanto superiores, además de por la omnipresente visceral necesidad de mi existencia. En cualquier caso dichas necesidades sólo sirven por lo general para el mantenimiento de una religiosidad comparativamente mucho más atenuada, más desapasionada y menos absorbente que la existente allí donde predomina la ignorancia más absoluta.
Por otro lado, es completamente necesario, para la salvaguarda de la fe, el intentar frenar todo avance racionalista y del conocimiento. Aunque resulte indudable el que eso es cada vez más difícil, también lo es que afortunadamente el saber es prácticamente ilimitado y que siempre quedará algún oscuro reducto de ignorancia y de falta de explicaciones en el que refugiarse, y al que apelar obstinadamente en la defensa de las respuestas religiosas. Es completamente necesario recrearse y revolcarse en la ignorancia tan gozosamente como lo haría un puerco en el barro, para defender mi propia existencia sin albergar duda alguna, de igual forma que la del resto de fenómenos místicos, supersticiosos y para-anormales.
Otro aspecto que debe llenar de regocijo vuestros corazones es que la ignorancia genera oscurantismo y éste a su vez ignorancia en un proceso retroalimentado y constante de generación de fe.
Resulta maravilloso ver cómo la religiosidad arraiga poderosa en el inmejorable sustrato de la ignorancia, siendo indudablemente en ella donde crece más fuerte y vigorosa. Es, por lo tanto, un valioso don divino, sin la que la persona muy difícilmente pueda llegar a experimentar la más completa plenitud de la fe y sin la que nunca habría alcanzado su privilegiada situación de poder Mi Santa Iglesia.

miércoles, 8 de octubre de 2008

La Creación parte III: la obstinación frente a la razón.

Ante el brutal ataque racionalista iniciado en 1859 con la publicación de "El origen de las especies", una alarmante sombra de duda comenzó a cernirse sobre la tradicional concepción de creación según el modelo del Génesis. Pese a la burla y rechazo con que fue recibido el hecho de que la selección natural fuese el verdadero motor de una evolución incompatible con el relato bíblico, los argumentos esgrimidos por Darwin iban pronto a triunfar debido a su evidente lógica. Mientras mi sabia Iglesia se adaptaba al nuevo medio hostil, una parte de irreductibles cristianos seguía manteniendo sus trasnochadas posturas creacionistas, adoptando una clara estrategia de enrocamiento. Ésta precaria e insostenible postura en la que quedaron de interpretación literal de la Biblia, parecía condenarlos irremediablemente hacia la extinción religiosa por inadaptación. Pero de manera sorprendente, tras un largo periodo de letargo, en la actualidad se produce una proliferación inusitada de defensores del creacionismo principalmente en Estados Unidos. El movimiento recaba el apoyo de grandes fortunas, se rebautiza como "teoría del diseño inteligente" y pretende su reconocimiento como teoría científica. Pese a lo absurdo que pueda resultar el hecho de que la tierra tenga sólo unos miles de años, es digno de elogio el inmenso papel de reintroducción de la fe en los espacios donde se hallaba en franco retroceso. Resulta evidente que se ha sabido explotar de manera magistral la necesidad del pueblo norteamericano de considerarse elegido por Mi.
La argumentación lógica es muy básica e inconsistente pero realmente efectiva a la hora de conseguir defender y difundir de la verdad revelada. Puntos a tener en cuenta:
- Comenzando la casa por el tejado, dicha defensa requiere de un razonamiento inverso basado en un atajo intelectual básico del calibre del de "la teoría del relojero" y sus múltiples versiones simplificadas de "la causa primera" que pretenden demostrar mi existencia con la premisa básica de que hay una creación. Éste argumento es repetido hasta la saciedad obviando un hecho tan simple como es el que primero hay que probar que todo lo que existe es una creación. Los atajos obtienen gran aceptación y amplia difusión entre aquellos que gustan de bajos esfuerzos mentales así como entre aquellos a los que su fe limita y encauza todo razonamiento.
- Podría resultar un poco chocante el que, mientras la máxima pretensión creacionista en la actualidad es su reconocimiento como teoría científica, el primer argumento descalificativo que repiten como papagayos los admirables creacionistas contra el evolucionismo en cualquier discusión sobre el tema es que "es sólo una teoría". De forma muy sabia y, suponiendo que lo sepan, prefieren ignorar que la palabra "teoría" tiene un significado muy distinto en ciencia del de la vida cotidiana.
- Otra estrategia clave es intentar centrar el debate exclusivamente contra la teoría de la evolución, obviando que los postulados creacionistas entran complentamente en conflicto con los fundamentos de otras ciencias como la geología y la genética.
- Aunque reconozco que es realmente desternillante el motivo que se da para la inmensa cantidad de pruebas existentes en contra de la teoría creacionista es que las he puesto Yo para poner a prueba la fe de mis borreguitos.
- Todo está justificado para defender la creación de dos pipiolos primigenios engañados por un ofidio. Pero eso sí, por muy ridícula que sea la defensa del relato del Génesis, se debe ver visto como respetable.
- Los creacionistas ni se plantean siquiera el equiparar su modelo de creación con el del resto de relatos mitológicos de culturas primitivas, aunque sus argumentos pseudoracionales puedan servir para defender igualmente cualquiera de ellas.
Es incontestable que el creacionismo la logrado salir de su tradicional nicho ecológico y demuestra ahora sus cualidades como especie invasora. El secreto de dicha proliferación reside básicamente en el insaciable ego humano, ansioso de haber sido creado como una criatura superior. Ante tales cambios producidos en el entorno, parte de mi Santa Iglesia comienza tímidamente a acercarse de nuevo a las posturas creacionistas.
Siendo yo "El Creador" es completamente comprensible que me caigan simpáticos ésta caterva de fanáticos descerebrados, por que al fin y al cabo, uno tiene su corazoncito.

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