lunes, 31 de marzo de 2008

La vital importancia del adoctrinamiento temprano.

Quiero hablar un aspecto de la religión tan importante como es el adoctrinamiento desde la más tierna infancia. Es vital el comenzar dicho adoctrinamiento cuando la mente del sujeto carece de capacidad de crítica, produciéndose un efecto inmunizador que mantendrá a salvo la fe ante el posterior desarrollo de ésta. Es la mejor forma de evitar el habitual efecto perturbador que ejerce la razón sobre la fe. Usando el admirable símil pastoril, podríamos comparar a aquellos que maduran intelectualmente sin recibir adoctrinamiento alguno con los animales salvajes que nunca conocieron pastor ni dueño y resultan sumamente difíciles de domesticar. En etología esto se llama "impronta" y no se me ocurre mejor forma de definirlo.

Los efectos así obtenidos, acostumbran a marcar de forma indeleble el cerebro convenientemente adoctrinado de manera que en la inmensa mayoría de los casos el sujeto sucumbirá su efecto aborregante, formando parte del rebaño hasta el final de sus días sin que ni siquiera llegue a plantearse la causa de su militancia. Es gente que me siente al margen de todo razocinio, porque así fueron enseñados desde que nacieron.
Pese a que ser cierto que hoy en día se está incrementando la cantidad de gente que incurre de forma viciosa en la reflexión y el cuestionamiento de su fe, no es menos cierto que si esa gente no hubiese sido adoctrinada sus razonamientos carecerían de la conveniente subjetividad para tratar el tema. Es por eso que aunque muchas personas critiquen las evidentes contradicciones entre el mensaje y los actos de mi Iglesia, aunque reconozcan infinidad de hechos inmundos y miserables cometidos a lo largo de toda su historia y en la actualidad, nunca llegaran a enjuiciar esos actos con completa objetividad y seguirán mostrándose comprensivos y respetuosos con aquella. Siempre verán a mi institución como algo bueno y respetable, sin plantearse nunca que todo pueda ser una gran farsa, por muchas evidencias con las que se cuente. A lo más que se llega es a cuestionar a aquellos miembros del clero directamente implicados o la línea seguida por su jerarquía. Incluso los más críticos reverencian la autoridad moral de mi institución y la consideran intrínsecamente buena. Es el miedo visceral del cordero criado en cautividad a la verdadera libertad.
De esta forma la iglesia siempre será considerada como buena por mucho mal que haga, el ser creyente será muy respetable, y el término ateo siempre sonará despectivo.
Incluso estos, los minoritarios ateos, conservan muchas veces más restos de impronta de lo que se imaginan.
En tiempos tan difíciles como los actuales, el adoctrinamiento hace que el enjuiciamiento a mi fe nunca llegue a caer en los derroteros de la objetividad que podrían conducir al despreciable laicismo.
Después de todo lo expuesto es lógico que el sacramento del bautismo deba aplicarse con la máxima presteza, para evitar que el sujeto se asilvestre pensando por sí mismo. También resulta completamente comprensible la oposición frontal y furibunda que ejerce mi Iglesia y nuestro séquito de fieles contra amenazas de tal envergadura como la asignatura "educación para la ciudadanía", que pretende privarnos del privilegio del adoctrinamiento en España. ¡Que viene el Estado laico!.

lunes, 24 de marzo de 2008

La Creación. Parte I: se acabó lo que se daba.

Hasta la publicación de "el origen de las especies" de Charles Darwin, los cimientos de mi religión eran sólidos e inamovibles. El muy inquietante tema del origen de todo lo existente y, especialmente del ser humano, la criatura con el ego más desarrollado, no presentaba ningún problema. Se asumía la creación tal y como aparecía en el Génesis. El rollo ese de Adán y Eva era muy bonito, muy mitológico (eso siempre ha gustado mucho a la especie humana) y muy comercial. No había que perder más tiempo en explicar lo que ya estaba explicado, la gente no le daba más vueltas a ese asunto y vivía feliz sin desperdiciar su tiempo en la búsqueda de explicaciones racionales. Mi rebaño vivió feliz durante siglos hasta que algo ocurrió.


En 1859, ese barbudo que físicamente se tira un aire a mí, Darwin publica su famoso libro. Por esa época, el frecuentemente olvidado Alfred Rusell Wallace, también llega a las mismas conclusiones que Darwin de forma totalmente independiente. Con ninguno de los dos surge la idea de evolución, que ya llevaba tiempo gestándose, sino un concepto mucho más perverso e inquietante: la selección natural.
Es el concepto de selección natural el que explica, por primera vez y sin necesidad de fuerzas sobrenaturales, como la vida puede evolucionar adaptándose al medio. Fue un golpe muy duro al infinito ego humano. Ya el golpe dado por Copérnico y Galileo diciendo que vuestro planeta no era el centro del Universo fue duro de asumir pero cuando vuestro ego se estaba recomponiendo llegó este otro mazazo. ¡Una criatura tan maravillosa como el hombre procedía de la familia de los primates como un mono cualquiera!.
Con dicho ego también se resintió irremediablemente mi fe porque, al fin y al cabo, la religión es la principal encargada de alimentarlo. Darwin padeció fuertes burlas y críticas por lo que había dicho, pero el mal ya estaba hecho, se había sembrado la duda acerca de la trascendencia humana. De hecho todavía es frecuente encontrar gente que no ha asimilado este golpe, pero mi religión se dió cuenta de la cosa pintaba mal y también tuvo que evolucionar para adaptarse y ponerle ruedas a los inamovibles cimientos.
¡Cuanto malestar se hubiese ahorrado a mi rebaño si los científicos de la época no le "hubiesen dado más vueltas" y se hubiesen conformado con la explicación bíblica!.

sábado, 22 de marzo de 2008

Imponer la paz en el nombre de Dios.

Benedicto hacía al finalizar el Vía Crucis las siguientes declaraciones:

La Cruz es fuente de vida y paz

Como bien dice el bueno de Benedicto, la cruz ha sido siempre símbolo de amor infinito y ha sido estandarte de paz a lo largo de la historia, uniendo a la humanidad al margen de razas y culturas.
Quizás se le haya ido un poco la mano al afirmar que el hombre está hecho a mi imagen y semejanza, recurso por mi empleado para elevar la autoestima humana, porque tendréis que reconocer que yo tengo mucho mejor tipo, porque para algo soy El Creador.
Al margen de ésto puede parecer que a lo largo de la historia son incontables las guerras provocadas en mi nombre porque, de forma invariable, todos los pueblos se han creído siempre que yo estaba con ellos en su lucha contra el enemigo. Resulta cómico ver como, en innumerables contiendas, los dos defendían a muerte su causa en el nombre de Dios. Es más, hoy en día no hemos mejorado mucho y, por poner solo un ejemplo, en Irak se sigue haciendo uso de mi nombre en los dos bandos. Pero eso sí, quien lleva la Cruz como estandarte sólo busca imponer mediante la guerra una paz justa y redentora al enemigo. En el caso de que ambos contendientes enarbolen la cruz, la razón la llevaría el que más servicio preste a mi Iglesia.
Esta paz que históricamente nos ha dado la cruz, corre peligro porque hay mucha gente que empieza a pensar libremente y cree que no me necesita. Piensan que sin la sinrazón de la fe muchas guerras podrían ser evitadas. ¡Pobres pecadores!.
Se ha tenido que luchar mucho desde las cruzadas para lograr la paz verdadera, basada en mi amor y, si es necesario, tendremos que seguir luchando contra quien ose poner en peligro dicha paz, la única posible.
Paz si, pero no a consta de desoír la palabra de Dios. Mi verdad de amor sin límites debe difundirse por todos los medios posibles.

miércoles, 19 de marzo de 2008

En estas macabras fechas.

En unas fechas tan importantes en el calendario católico como en las que estamos tengo que hacer algunas observaciones.

Por un lado tengo que felicitar y dar ánimos a todos aquellos de mis fieles que celebran estas fiestas como yo mando y no marchando a la playa ó la montaña.
Por otro lado recomendar a todos los miembros de cofradías y procesionantes que sigan poniendo tanto empeño como ponen pero procurando no excederse en lo macabro de la imaginería y los ritos.
Un caso límite sería aquellas procesiones en las que se realiza algún tipo de autoflagelación, que es su justa medida es sana, redentora y atrae muchísimo turista pero en exceso podría transmitir la idea de que a mi Iglesia le va el rollo sado-maso.
También quiero exhortar a que nadie se enfade porque la meteorología pueda estropear sus pasos, por mucho esfuerzo y dinero empleado en su elaboración, ya que al fin y al cabo si llueve es porque a mí me da la gana. Resulta bochornoso ver la forma en la que lloran y maldicen los miembros de dichas cofradías cuando la lluvia les impide el lucimiento de sus pasos. Se podría pensar que lo único que les mueve es exhibirse ante sus vecinos y no los motivos religiosos.

Por lo demás espero que todos mis fieles disfruten de estas fechas sin recrearse en exceso en la sangre, el sufrimiento, el morbo y el lucimiento que las caracterizan. Ante todo no conviene olvidar que yo soy el Bien.

lunes, 17 de marzo de 2008

La ciencia, esa gran aliada de la religión.

Vuelvo a traer un vídeo del padre Jorge Loring en el que, con su tradicional estilo amable, trata la aparente contradicción entre la ciencia y la fe.



Es un gran ejemplo el puesto por el padre que se ha esmerado mucho para encontrar un gran científico que se autoproclama creyente aunque no quede muy claro en qué religión, si es que milita en alguna, o bien si se ha creado su propio concepto de Dios que es tan socorrido.
Con su dulce forma de indignarse el padre niega el que la Iglesia vaya contra el progreso científico, como bien quedó claro en mi entrada anterior sobre este tema , simplemente lo encauza para que no se pierda el recto camino de los dogmas revelados por mí. Así se ha hecho siempre y se hace actualmente pero eso no es oponerse al avance científico, aunque se parezca mucho. Simplemente se evita que la ciencia se vuelva contra el hombre y, lo que es peor, contra su fe.
Hace muy bien el padre en usar el nombre de los santos para salvar la reputación de mi Santa Iglesia, pero también reconoce equivocaciones. Si como, se afirma en el vídeo, varios siglos después de haber sido rechazada, una teoría científica peligrosa para la fe se tiene que admitir que es indiscutible, se cambian los inmutables dogmas y ya está. ¡Si es que así se ha hecho siempre y no pasa nada! ¡si todos nos equivocamos..!.
También lleva razón el padre en justificar la condena de Galileo por indisciplinado y por no dejarse guiar por los que gestionaban los dogmas. No siguió el principio de autoridad que rige mi Iglesia y que tan bien utiliza el padre Jorge en muchos de sus vídeos.
Es intolerable que Galileo dijese que la Biblia le daba la razón porque todos sabemos que la Biblia dice lo que quieras que diga, pero sólo es válida cuando se usa como justificación por mi Iglesia. Galileo fue un hereje que pretendió decir que la Biblia no puede interpretarse literalmente, aunque luego hemos tenido que hacerle caso para salvar los muebles.
Además queda claro que ese hombre no demostró nada y acertó de chiripa. ¡Si ni siquiera los más cerriles contemporáneos suyos le creyeron!. Este razonamiento es de gran valor para negar otros avances científicos producidos, actuales y futuros. Mientras tengamos gente que no se deje convencer nada estará demostrado.
La Iglesia hizo lo que tenía que hacer, así de simple.
Como bien dice el padre la ciencia y la fe nunca pueden contradecirse y de hecho nunca lo han hecho. El que la religión siempre haya mirado con desconfianza a la ciencia por explicar los fenómenos naturales sin necesidad de una figura divina es algo lógico. ¿Qué le queda a la religión una vez que la ciencia ha explicado todo?. Por suerte sabemos que siempre quedarán cosas por explicar.
Como bien dice el concilio Vaticano I la ciencia siempre debe dar la razón a la fe y sino debe ser perseguida por ser falsa.
Sabedores de que nuestra oposición a todo avance científico inconveniente para la fe nos ocasiona una posición difícil de defender, tenemos que intentar hacer ver que la ciencia es nuestra aliada mientras ella pasa de nosotros ¡manda narices cómo cambian los tiempos!.

jueves, 13 de marzo de 2008

Fe ciega pero iluminadora.

El pasado día 11, en la India, 50 personas quedaron ciegas por mirar al Sol esperando ver allí una aparición de la Virgen.

http://noticias.ozu.es/noticia.php?id=20080311163859

Esta pobre gente ha quedado ciega pero ha demostrado sus férreas convicciones y su voluntad de que mi palabra guíe sus vidas. ¿Qué más da que hayan abrasado sus retinas si lo que realmente ilumina es la fe auténtica?.

A primera vista podría parecer que su fe les jugó una mala pasada pero, si siguen por este camino, actuando sin seguir los más elementales dictados de la lógica, llegarán muy lejos. Es el mejor ejemplo de fe ciega que se puede encontrar.

Gente de este tipo es la que requiere mi Iglesia. ¡Enhorabuena queridos borregos!.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Por ser un chico excelente.

Recientemente se publicaba la noticia de que una estatua del astrónomo Galileo Galilei, condenado por la Inquisición y rehabilitado por la Iglesia 350 años después de su muerte, será colocada en los Jardines Vaticanos en el 2009.

Este acto de reconocimiento se da después de que el 31 de octubre de 1992, a los 350 años de su muerte, el papa Juan Pablo II lo rehabilitase solemnemente y criticase los errores de los teólogos de la época que dieron pié a tal condena, sin que llegase a descalificar expresamente al tribunal que lo sentenció. Para la Iglesia Católica fue una herejía el contradecir a la Biblia defendiendo la concepción copernicana del Universo y el hecho de que nuestro planeta no fuese su centro. ¿Como iba yo a rebajar la condición humana hasta tal extremo?.

Después de tantos años, analizando los hechos fríamente y con la ayuda de lo que dice el Concilio Vaticano I acerca de la fe y la razón se pueden extraer las siguientes conclusiones:

- Como consta en dicho texto, hay dos órdenes de conocimiento, la fe y la razón. Hay misterios escondidos por mí y que no se pueden desentrañar razonando.

El asentimiento perpetuo de la Iglesia católica ha sostenido y sostiene que hay un doble orden de conocimiento, distinto no sólo por su principio, sino también por su objeto. Por su principio, porque en uno conocemos mediante la razón natural y en el otro mediante la fe divina; y por su objeto, porque además de aquello que puede ser alcanzado por la razón natural, son propuestos a nuestra fe misterios escondidos por Dios, los cuales sólo pueden ser conocidos mediante la revelación divina.

- La fe debe iluminar a la razón pero ni siquiera ésta nos libra del oscurantismo al que estamos condenados.

Y ciertamente la razón, cuando iluminada por la fe busca persistente, piadosa y sobriamente, alcanza por don de Dios cierto entendimiento, y muy provechoso, de los misterios, sea por analogía con lo que conoce naturalmente, sea por la conexión de esos misterios entre sí y con el fin último del hombre. Sin embargo, la razón nunca es capaz de penetrar esos misterios en la manera como penetra aquellas verdades que forman su objeto propio; ya que los divinos misterios, por su misma naturaleza, sobrepasan tanto el entendimiento de las criaturas que, incluso cuando una revelación es dada y aceptada por la fe, permanecen estos cubiertos por el velo de esa misma fe y envueltos de cierta oscuridad, mientras en esta vida mortal «vivimos lejos del Señor, pues caminamos en la fe y no en la visión»

- La fe está por encima de la razón y en caso de contradicción entre ellas es la fe la que debe primar. Todo lo que se oponga a la fe es falso.

Pero aunque la fe se encuentra por encima de la razón, no puede haber nunca verdadera contradicción entre una y otra: ya que es el mismo Dios que revela los misterios e infunde la fe, quien ha dotado a la mente humana con la luz de la razón. Dios no puede negarse a sí mismo, ni puede la verdad contradecir la verdad.
De esta manera, «definimos que toda afirmación contraria a la verdad de la fe iluminada es totalmente falsa»

- Los imprudentes que opongan a mi fe deben ser proscritos por la gracia de Dios. Queda prohibido defender posturas que vayan contra la fe por mucho que se basen en la ciencia.

Además la Iglesia que, junto con el oficio apostólico de enseñar, ha recibido el mandato de custodiar el depósito de la fe, tiene por encargo divino el derecho y el deber de proscribir toda falsa ciencia , a fin de que nadie sea engañado por la filosofía y la vana mentira. Por esto todos los fieles cristianos están prohibidos de defender como legítimas conclusiones de la ciencia aquellas opiniones que se sabe son contrarias a la doctrina de la fe, particularmente si han sido condenadas por la Iglesia; y, más aun, están del todo obligados a sostenerlas como errores que ostentan una falaz apariencia de verdad.

- La Iglesia promueve la libre investigación y desarrollo cultural sin condicionarla pero, eso sí, mientras no se contradiga a la fe.

La fe y la razón no sólo no pueden nunca disentir entre sí, sino que además se prestan mutua ayuda, ya que, mientras por un lado la recta razón demuestra los fundamentos de la fe e, iluminada por su luz, desarrolla la ciencia de las realidades divinas; por otro lado la fe libera a la razón de errores y la protege y provee con conocimientos de diverso tipo. Por esto, tan lejos está la Iglesia de oponerse al desarrollo de las artes y disciplinas humanas, que por el contrario las asiste y promueve de muchas maneras. Pues no ignora ni desprecia las ventajas para la vida humana que de ellas se derivan, sino más bien reconoce que esas realidades vienen de «Dios, el Señor de las ciencias» , de modo que, si son utilizadas apropiadamente, conducen a Dios con la ayuda de su gracia. La Iglesia no impide que estas disciplinas, cada una en su propio ámbito, aplique sus propios principios y métodos; pero, reconociendo esta justa libertad, vigila cuidadosamente que no caigan en el error oponiéndose a las enseñanzas divinas, o, yendo más allá de sus propios límites, ocupen lo perteneciente a la fe y lo perturben.

- En definitiva verdad sólo hay una, la de mi fe, y se puede razonar libremente siempre y cuando no se me lleve la contraria a mí y a mi Iglesia.

Así pues, la doctrina de la fe que Dios ha revelado es propuesta no como un descubrimiento filosófico que puede ser perfeccionado por la inteligencia humana, sino como un depósito divino confiado a la esposa de Cristo para ser fielmente protegido e infaliblemente promulgado. De ahí que también hay que mantener siempre el sentido de los dogmas sagrados que una vez declaró la Santa Madre Iglesia, y no se debe nunca abandonar bajo el pretexto o en nombre de un entendimiento más profundo. «Que el entendimiento, el conocimiento y la sabiduría crezcan con el correr de las épocas y los siglos, y que florezcan grandes y vigorosos, en cada uno y en todos, en cada individuo y en toda la Iglesia: pero esto sólo de manera apropiada, esto es, en la misma doctrina, el mismo sentido y el mismo entendimiento»

Volviendo a la historia sabemos que bajo amenaza de tortura, evocada por el papa, Galileo es condenado a abjurar y su libro "Diálogo sobre los dos principales sistemas del mundo, el tolomeico y el copernicano" pasa a formar parte del index librorum prohibitorum. También se le condena a pasar el resto de sus días convicto en su residencia.

Analizando lo ocurrido y sabiendo que la fe es superior a la razón y que la ciencia debe supeditarse siempre a ella, está claro que el proceder de mi Iglesia fue impecable.
Se puede argumentar que Galileo tenía razón pero ese es un detalle de importancia menor frente al hecho de que lo principal es salvaguardar la fe.
Tras los muchos años necesarios para asimilar los postulados de Galileo tenemos que rendirle un homenaje y le colocamos esta estatua. Pero que nadie se equivoque, el texto del Concilio Vaticano I deja muy clara la inferioridad de la razón frente a la fe, y la necesidad de oponerse a todo avance científico que nos resulte inconveniente.

La única ciencia válida es la que lleva hacia mi verdad.

sábado, 8 de marzo de 2008

Lo ideal del modelo pastoril.

Es conocido que en mi Iglesia siempre se ha usado el símil pastoril, de forma que mis fieles serían como los miembros de un gran rebaño. Es así que se llega a denominar a los sacerdotes como "pastores" y los comunicados oficiales de mi Iglesia se llaman "pastorales". Cristo también es conocido como cordero de Dios.
No hay imagen más descriptiva del modelo ideal de Iglesia que la de un rebaño de borregos que avanzan todos juntos detrás de su pastor. La mirada de éstos animales nos revela que están libres de todo sufrimiento derivado del pensamiento, simplemente necesitan su fe para ser conducidos sumisamente. ¿Hay acaso felicidad mayor que la de estos borregos dejándose guiar por su propio bien?.
Muchos son los que miran éste modelo con desconfianza pensando que se usa para manipular a los fieles hasta anular su capacidad de pensar libremente.
¡Ay de aquellas ovejas descarriadas que creen que usando la razón creen que ya no necesitan al pastor!, ¡condenadas están a las llamas del Infierno!.

Seguidme todos por el verdadero camino de la fe, queridos borregos.

miércoles, 5 de marzo de 2008

El regreso de mi gran amigo Rouco.

En el día de ayer era elegido Rouco Varela como presidente de la Conferencia Episcopal española. Tras un paréntesis de tres años ha reconquistado el puesto que en justicia le corresponde.
La victoria el amigo Rouco ha sido interpretada por la opinión pública española como la victoria del conservadurismo y una vuelta a las posiciones más duras de la Iglesia católica en ese país.
Se le ha intentado descalificar catalogándolo de ultraderechista, entre otras cosas, por su frontal oposición a al asignatura de Educación para la Ciudadanía. Dado que la eficacia del adoctrinamiento en la fe es incomparablemente mayor cuando éste se produce en la más tierna infancia es evidente que el Cardenal defiende la postura más conveniente para su Iglesia. De otro modo se perdería la gran ventaja con la que hemos contado siempre frente al, tan denostable, laicismo.

Por otro lado se le ha atacado por su posición férreamente conservadora. Desde diversos sectores se está intentando hacer ver que la Iglesia tiene que adaptar su mensaje a los nuevos tiempos que corren y olvidarse de sus viejos dogmas en temas como anticonceptivos, aborto, homosexualidad, etc.
Ante esto tengo que dejar muy claro que los dogmas de la Iglesia están basados en principios absolutos dictados por mí. Siendo así es evidente que los dogmas son inmutables, si no lo fuesen, se verían relativizados los conceptos del bien y del mal. En caso de que eso ocurriese mi Iglesia carecería de todo sentido y bastantes veces hemos tenido ya que reconocer nuestros errores. Parece que a mucha gente le cuesta entender algo tan sencillo como esto. La fuerza de una religión está en establecer principios absolutos e inmutables, si no, habría que considerarla como una simple manera de satisfacer las necesidades humanas de búsqueda de la trascendencia para vencer su miedo a la muerte. Se vería que somos igual de válidos que cualquier culto pagano.
Por lo tanto el mensaje de la Iglesia no puede cambiar en su fondo, por mucho que se lo pida la sociedad. Todo lo más puede intentar venderlo de una forma más comercial. De todos es sabido
que el temor y la humillación a Dios han perdido su, antaño, gran aceptación.
Como el deber de mi Iglesia es procurar la salvación del mayor número posible de almas por su propio bien, es imprescindible que ésta se inmiscuya en política y vea al laicismo como al "Anticristo". Esto lo sabe muy bien el amigo Rouco.
Quiero destacar también sus excelentes relaciones con el Opus Dei y con el Sumo Pontífice, saliendo en su defensa como guardián de la doctrina católica ante hechos como que en 2007 fuese confirmada la condena por el Tribunal Supremo al Arzobispado de Madrid, por él dirigido, por no ejercer vigilancia y control sobre los párrocos de sus diócesis, como se expone en el Derecho Canónico. La sentencia estableció que el Arzobispado de Madrid era el responsable civil subsidiario por un caso de abusos continuados a un menor perpetrados por un sacerdote del barrio madrileño de Aluche. Dicha condena consideró probado que tanto la persona de Rouco Varela como el arzobispado conocían los hechos y los ocultaron.

Mi más calurosa felicitación amigo Rouco.

sábado, 1 de marzo de 2008

El inevitable triunfo del Monoteísmo.

Como ya mencioné en un artículo anterior, el ser humano primitivo atribuyó dotes sobrenaturales y divinas a todo lo que le impresionaba. Estas religiones primitivas y depravadas, nacidas de la superstición más grosera y del misticismo bárbaro, resultan a todas luces absurdas y se evidencian como falsas ante cualquier análisis detallado.
Todas estas religiones dominadas por la idolatría recibieron el nombre de cultos paganos. Fueron muchas las culturas que consideraron al Sol y a la Luna como importantes deidades, y se llegó incluso a que el jaguar ó el escarabajo pelotero alcanzase a tal estatus. ¿Hay un dios más absurdo que un escarabajo que se dedica a hacer pelotas de excremento?.
Resulta patético el folclórico repertorio de dioses antropomórficos de las religiones politeístas. Es repugnante ver como las primeras generaciones humanas eran llevadas a tientas por las sombras por chamanes y hechiceros.
A medida que la humanidad avanzó en su grado cultural y, gracias a mi revelación a Abraham, el ser humano se dio cuenta del absurdo pagano y de que igual que solo hay una naturaleza únicamente puede haber un dios. Así surgieron las religiones abrahámicas, el judaísmo, el cristianismo y el Islam y las tres me comparten a mí como único dios. Yo soy, por lo tanto, el dios monoteísta, el que puso por fin el orden en el caos religioso que imperaba.
Tras esto se produjo la separación entre el judaísmo y el Islam debido a que los musulmanes se consideraron el "pueblo elegido" por ser descendientes de Ismael, primer hijo de Abraham. Por el contrario los judíos también se consideraron a sí mismos como mi "pueblo elegido" por ser descendientes de Isaac, primer hijo legítimo, hijo de la esposa y no de una esclava como Ismael.
Desde aquí tengo que dar la razón a los judíos ¿porque cómo iba yo a elegir como pueblo elegido a los descendientes de una vulgar esclava?.
En cualquier caso los judíos se desviarían después del camino correcto, al no reconocer a mi hijo Jesús, el único hijo del único dios verdadero el Dios monoteísta. Es bien sabido, por otro lado que, a su vez, mi hijo también posee carácter divino.

Así fue como la evolución desde el primitivo, bárbaro y evidentemente incongruente politeísmo hasta llegar a la causa última del Universo, al Gran Ingeniero, al necesario dios monoteísta que soy yo.

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