La fe es lo más grande que una persona puede tener, llenado su vida de la esperanza que da el amor a Mí.
Dado que la miseria es uno de los factores que más favorece la religiosidad, es lógico que Mi Iglesia se vuelque en el noble propósito de propagar la fe en ese ámbito. Como la mayor parte de la población mundial vive en condiciones de pobreza, sería descabellado no aprovechar ese enorme nicho de fe. Para lograr la salvación de tan inmensa masa de almas, hay que lograr el máximo acercamiento posible, ganándose la confianza de los pobres. Es ahí donde entran en acción las misiones de Mi Iglesia, prestando ayuda a los más necesitados para lograr así la propagación de la fe que tanto bien hace a los creyentes y su necesitada Iglesia. El problema es que muchas veces se confunde el fin con los métodos, considerándose un fin en sí mismo la ayuda a los más necesitados. Eso es un grave error, el fin es la transmisión del Evangelio y el misterio de Mi amor a la humanidad, y eso se consigue mediante un eficaz adoctrinamiento de las nuevas generaciones. Ciertamente es conveniente saber ser hipócrita y aprovechar la buena imagen que proporciona a Mi Santa Iglesia ante la opinión pública tal confusión. Pero Mi clero, sin embargo, debe tener los conceptos claros y tener siempre muy presente la realidad. Resulta muy desagradable ver cómo algunos de los religiosos que están en más íntimo contacto con las gentes necesitadas pierden la perspectiva del funcionamiento de Mi Iglesia y se obcecan en poner en práctica el mensaje que predican. Ahí debe estar siempre la jerarquía eclesial para evitar tales despropósitos, amorosamente implacable en su defensa de la religión católica y saliendo siempre adelante por muchas veces que la fe flaquee.
Por eso quiero resaltar, una reciente pastoral de Mi Santa Iglesia, recordando la necesidad de que haya más personas enviadas a las misiones. En éste artículo, tomado del diario El País se resume el espíritu de la pastoral:
Los obispos españoles creen necesario una nueva evangelización en España, "porque hay personas que no son bautizadas y no conocen el Evangelio y otras que están bautizadas y se han alejando" de él. Así lo afirmó hoy Ramón del Hoyo López, obispo de Jaén y presidente de la Comisión Episcopal de Misiones, durante la presentación de la instrucción pastoral Actualidad de la misión 'ad gentes' en España.
El prelado destacó que a España están llegando misioneros de otros lugares "para ayudarnos en la evangelización en esta tierra, porque han cambiado mucho las cosas en poco tiempo y encontramos personas que no están bautizadas, personas que no conocen el Evangelio". Del Hoyo recalcó, asimismo, que hay bautizados que "están alejados del Evangelio" a quienes debe alcanzar también "la actividad misionera o nueva evangelización. También aquí es tierra de misión", afirmó.
La instrucción pastoral, aprobada en la última Asamblea Plenaria de la CEE, trata de revitalizar la actividad misionera tanto en España como en el resto del mundo. Así, el documento destaca una "gran preocupación por el descenso de personas enviadas a la misión". Actualmente, hay 17.000 misioneros españoles repartidos por todo el mundo.
En este sentido, añade que en España ha crecido la actividad solidaria con los más desfavorecidos, pero ha descendido "la respuesta generosa a la llamada de Dios a la misión" evangelizadora. Por eso, Del Hoyo quiso dejar claro que los misioneros "no son cooperantes" y subrayó que si bien éstos dedican parte de su tiempo a atender a los más necesitados, su principal misión es transmitir el Evangelio "y el misterio del amor de Dios a la humanidad".
Me congratulo de que Mi Santa Iglesia siga teniendo claro que sus actos benéficos no son más que un método utilizado para conseguir el noble fin de propagar Mi fe y de que nada sirve ayudar a la gente si se hace de espaldas a Mí.
También resulta indignante ver cómo el desarrollo humano de países como España ha hecho que disminuya la pobreza y la ignorancia de la población, lo cual perjudica seriamente a la fe. Se avanza así hacia el horror laicista, con lo que perdemos el privilegio del adoctrinamiento, se vive a espaldas del Evangelio y disminuyen las vocaciones. Es vergonzoso cómo, incluso, comienza a haber individuos descarriados que renuncian a bautizar a sus hijos, mientras muchos de los sí bautizados viven al margen de Mi Evangelio. Se hace necesaria una gran ofensiva de Mi Iglesia y de su feligresía aborregada en contra de tantas libertades e igualdades y en pro de la vuelta al nacional-catolicismo. ¡Lo más humillante es que ésto ocurra en la piadosa España, otrora gran potencia evangelizadora!. Cualquier recurso debe ser válido para volverla a someter a Dios, que soy Yo, un tipo infinitamente arrogante que sólo busca propagar la fe en Él para poder dar su amor.
Dado que la miseria es uno de los factores que más favorece la religiosidad, es lógico que Mi Iglesia se vuelque en el noble propósito de propagar la fe en ese ámbito. Como la mayor parte de la población mundial vive en condiciones de pobreza, sería descabellado no aprovechar ese enorme nicho de fe. Para lograr la salvación de tan inmensa masa de almas, hay que lograr el máximo acercamiento posible, ganándose la confianza de los pobres. Es ahí donde entran en acción las misiones de Mi Iglesia, prestando ayuda a los más necesitados para lograr así la propagación de la fe que tanto bien hace a los creyentes y su necesitada Iglesia. El problema es que muchas veces se confunde el fin con los métodos, considerándose un fin en sí mismo la ayuda a los más necesitados. Eso es un grave error, el fin es la transmisión del Evangelio y el misterio de Mi amor a la humanidad, y eso se consigue mediante un eficaz adoctrinamiento de las nuevas generaciones. Ciertamente es conveniente saber ser hipócrita y aprovechar la buena imagen que proporciona a Mi Santa Iglesia ante la opinión pública tal confusión. Pero Mi clero, sin embargo, debe tener los conceptos claros y tener siempre muy presente la realidad. Resulta muy desagradable ver cómo algunos de los religiosos que están en más íntimo contacto con las gentes necesitadas pierden la perspectiva del funcionamiento de Mi Iglesia y se obcecan en poner en práctica el mensaje que predican. Ahí debe estar siempre la jerarquía eclesial para evitar tales despropósitos, amorosamente implacable en su defensa de la religión católica y saliendo siempre adelante por muchas veces que la fe flaquee.
Por eso quiero resaltar, una reciente pastoral de Mi Santa Iglesia, recordando la necesidad de que haya más personas enviadas a las misiones. En éste artículo, tomado del diario El País se resume el espíritu de la pastoral:
Los obispos españoles creen necesario una nueva evangelización en España, "porque hay personas que no son bautizadas y no conocen el Evangelio y otras que están bautizadas y se han alejando" de él. Así lo afirmó hoy Ramón del Hoyo López, obispo de Jaén y presidente de la Comisión Episcopal de Misiones, durante la presentación de la instrucción pastoral Actualidad de la misión 'ad gentes' en España.
El prelado destacó que a España están llegando misioneros de otros lugares "para ayudarnos en la evangelización en esta tierra, porque han cambiado mucho las cosas en poco tiempo y encontramos personas que no están bautizadas, personas que no conocen el Evangelio". Del Hoyo recalcó, asimismo, que hay bautizados que "están alejados del Evangelio" a quienes debe alcanzar también "la actividad misionera o nueva evangelización. También aquí es tierra de misión", afirmó.
La instrucción pastoral, aprobada en la última Asamblea Plenaria de la CEE, trata de revitalizar la actividad misionera tanto en España como en el resto del mundo. Así, el documento destaca una "gran preocupación por el descenso de personas enviadas a la misión". Actualmente, hay 17.000 misioneros españoles repartidos por todo el mundo.
En este sentido, añade que en España ha crecido la actividad solidaria con los más desfavorecidos, pero ha descendido "la respuesta generosa a la llamada de Dios a la misión" evangelizadora. Por eso, Del Hoyo quiso dejar claro que los misioneros "no son cooperantes" y subrayó que si bien éstos dedican parte de su tiempo a atender a los más necesitados, su principal misión es transmitir el Evangelio "y el misterio del amor de Dios a la humanidad".
Me congratulo de que Mi Santa Iglesia siga teniendo claro que sus actos benéficos no son más que un método utilizado para conseguir el noble fin de propagar Mi fe y de que nada sirve ayudar a la gente si se hace de espaldas a Mí.
También resulta indignante ver cómo el desarrollo humano de países como España ha hecho que disminuya la pobreza y la ignorancia de la población, lo cual perjudica seriamente a la fe. Se avanza así hacia el horror laicista, con lo que perdemos el privilegio del adoctrinamiento, se vive a espaldas del Evangelio y disminuyen las vocaciones. Es vergonzoso cómo, incluso, comienza a haber individuos descarriados que renuncian a bautizar a sus hijos, mientras muchos de los sí bautizados viven al margen de Mi Evangelio. Se hace necesaria una gran ofensiva de Mi Iglesia y de su feligresía aborregada en contra de tantas libertades e igualdades y en pro de la vuelta al nacional-catolicismo. ¡Lo más humillante es que ésto ocurra en la piadosa España, otrora gran potencia evangelizadora!. Cualquier recurso debe ser válido para volverla a someter a Dios, que soy Yo, un tipo infinitamente arrogante que sólo busca propagar la fe en Él para poder dar su amor.