sábado, 1 de marzo de 2008

El inevitable triunfo del Monoteísmo.

Como ya mencioné en un artículo anterior, el ser humano primitivo atribuyó dotes sobrenaturales y divinas a todo lo que le impresionaba. Estas religiones primitivas y depravadas, nacidas de la superstición más grosera y del misticismo bárbaro, resultan a todas luces absurdas y se evidencian como falsas ante cualquier análisis detallado.
Todas estas religiones dominadas por la idolatría recibieron el nombre de cultos paganos. Fueron muchas las culturas que consideraron al Sol y a la Luna como importantes deidades, y se llegó incluso a que el jaguar ó el escarabajo pelotero alcanzase a tal estatus. ¿Hay un dios más absurdo que un escarabajo que se dedica a hacer pelotas de excremento?.
Resulta patético el folclórico repertorio de dioses antropomórficos de las religiones politeístas. Es repugnante ver como las primeras generaciones humanas eran llevadas a tientas por las sombras por chamanes y hechiceros.
A medida que la humanidad avanzó en su grado cultural y, gracias a mi revelación a Abraham, el ser humano se dio cuenta del absurdo pagano y de que igual que solo hay una naturaleza únicamente puede haber un dios. Así surgieron las religiones abrahámicas, el judaísmo, el cristianismo y el Islam y las tres me comparten a mí como único dios. Yo soy, por lo tanto, el dios monoteísta, el que puso por fin el orden en el caos religioso que imperaba.
Tras esto se produjo la separación entre el judaísmo y el Islam debido a que los musulmanes se consideraron el "pueblo elegido" por ser descendientes de Ismael, primer hijo de Abraham. Por el contrario los judíos también se consideraron a sí mismos como mi "pueblo elegido" por ser descendientes de Isaac, primer hijo legítimo, hijo de la esposa y no de una esclava como Ismael.
Desde aquí tengo que dar la razón a los judíos ¿porque cómo iba yo a elegir como pueblo elegido a los descendientes de una vulgar esclava?.
En cualquier caso los judíos se desviarían después del camino correcto, al no reconocer a mi hijo Jesús, el único hijo del único dios verdadero el Dios monoteísta. Es bien sabido, por otro lado que, a su vez, mi hijo también posee carácter divino.

Así fue como la evolución desde el primitivo, bárbaro y evidentemente incongruente politeísmo hasta llegar a la causa última del Universo, al Gran Ingeniero, al necesario dios monoteísta que soy yo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El mismísimo Señor que tan cruel es con "sus criaturas"?

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