El hecho de que, siendo Yo tan sumamente bondadoso, permita la existencia del Mal es una de las grandes contradicciones de Mi religión. Para justificarlo se utilizan todo tipo de pintorescos razonamientos que van desde descargar responsabilidades en el Malvado Satanás hasta basarse en el libre albedrío. El problema es que por mucho que se maree la perdiz y se le den vueltas para despistar, si Yo soy Todopoderoso, Omnisciente y Creador de todo lo existente, el Mal ha de ser obra Mía por acción y omisión. Sin embargo, no está mal el desesperado intento de Mis devotos creyentes por escurrir el bulto, y otro ejemplo en esa línea del tipo de lógica difusa, efectista e insostenible que constantemente se usa en la defensa de la fe es este que enlazó en este Sagrado Blog un ejemplar miembro de Mi ovino rebaño, en forma de leyenda:
En él se utiliza una bonita parábola en la que se equipara el Mal al frío y a la oscuridad. De esa forma, el frío no existe sino que es una ausencia de calor, lo mismo que la oscuridad es solamente ausencia de luz. Definido en esos términos, el Mal sería la ausencia de Bien. Ciertamente los términos frío y oscuridad son sólo definiciones utilizadas por el hombre para referirse a las ausencias de luz y de calor. Es una verdadera pena que el Bien no pueda medirse como sí puede hacerse empíricamente la luz y el calor, con lo que nada impide que, de la misma manera, pueda interpretarse el Bien como ausencia de Mal. En cualquier caso, lo bueno, es que no hace falta que los argumentos resistan un análisis racional porque, queridos hijos Míos, la necesidad de creer hace que cualquier Absurdo razonamiento sirva para aplacar las inquietudes mentales. Como ejemplo utililizaré otra parábola igualmente redundante en el Absurdo:
Alguien está en su casa por la noche y, de repente, un apagón le deja sin electricidad. Llama a su compañía eléctrica y le dice que qué ocurre en el suministro para que él se haya quedado a oscuras y tiritando de frío por no tener calefacción. La respuesta que recibe es que no se preocupe que ni la oscuridad ni el frío existen. El usuario, por supuesto, se queda mucho más tranquilo. No se lo toma mal porque el Mal tampoco existe.
Lo cierto es que, querida feligresía, se le dé el nombre que se dé, Yo Bien podría en Mi omnipotencia no haber creado la ausencia de Bien. Lo que ocurre es que Mis designios son inescrutables, Mi indolencia proverbial y Mi sadismo insaciable. Y, si bien, Mi existencia no depende de que Yo sea bueno o malo, la verdad es que sí lo hace la fe en Mí, puesto que la gente necesita creer en un Dios bondadoso. Y Yo no sería nadie sin Mis masas de devotos y serviles feligreses buscando satisfacer Mi insaciable arrogancia.
Por otro lado, Me parece inadmisible que en el artículo citado se Me ningunee diciendo que Yo no creé la ausencia de Bien. Todo el mundo sabe que Yo soy El Creador de todo lo existente, incluyendo este iluminador blog que se constituye en verdadera y única prueba empírica de Mi propia existencia.
Por otro lado, Me parece inadmisible que en el artículo citado se Me ningunee diciendo que Yo no creé la ausencia de Bien. Todo el mundo sabe que Yo soy El Creador de todo lo existente, incluyendo este iluminador blog que se constituye en verdadera y única prueba empírica de Mi propia existencia.