domingo, 28 de septiembre de 2008

La causa primera.

El argumento de la causa primera es probablemente el más desgastado por el uso de cuantos se utilizan para intentar probar mi indudable existencia. El intrincado razonamiento se resume diciendo:

1 - Todo tiene una causa.
2 - Ninguna causa puede crearse por sí misma.
3 - La cadena de causas no puede ser infinita.
4 - Debe existir una causa primera.

Se llega entonces a la conclusión de que debe existir una causa primera, incausada e infinita. Esa causa no puede ser en modo alguna desconocida y es automática y tendenciosamente esgrimida como prueba determinante a favor de la única hipótesis barajada, la existencia del ser que hasta ahora todo el mundo conocía exclusivamente de oídas y que soy Yo, el Creador.
Reconozco que es un razonamiento simple de los que suelen causar furor en mi rebaño, pese a ser bastante chapucero, porque las siguientes preguntas que surgen son: ¿por qué nada puede ser infinito e incausado excepto Yo?, ¿No puede acaso ser infinito el Universo él solito sin necesidad de que exista ningún señor con barbas?, ¿quién creó al Creador?.
Éstas preguntas podrían fácilmente desbaratar toda la argumentación lógica si no fuese porque supondrían aceptar un límite en el conocimiento de las grandes preguntas trascendentales. Por suerte para la fe, para evitar el surgimiento de un vacío tan enorme existe un mecanismo atávico del razonamiento humano que se encarga de establecer de forma arbitraria la causa primera, impidiendo que la mayor parte de las personas vayan más allá y se limiten a conformarse con tan chapucera explicación. Así es como consiguen vivir plenamente reconfortadas en la esperanza de la fe.
Una forma de incrementar enormemente la aceptación de la demostración basada en la causa primera entre quienes aquellos más indolentes a la hora de razonar es simplificarlo al máximo quedándonos la "teoría del relojero" y sus múltiples versiones en las que sólo cambia el gremio. El pseudorazonamiento que muchos creyentes acostumbran a repetir como loritos es el siguiente: la existencia de un reloj es una prueba evidente de que existe un relojero, por lo tanto la existencia de una creación es la prueba evidente de la existencia de un Creador. La premisa fundamental es partir del concepto de creación, que es la innegable consecuencia de la existencia de un Creador, cerrando así el círculo del razonamiento.
Es muy importante el que mis feligreses tengan presente en todo momento que aquel que, de forma obstinada, continué destacando las contradicciones del argumento de la causa primera caerá en herejía y será automáticamente condenado. ¡Que ese tipo de preguntas sólo se las hacen los ateos!.

lunes, 15 de septiembre de 2008

El único Dios verdadero. La distribución geográfica de la fe.

Pese el incontable número de dioses a los que se les adora ó se les adoró en el pasado, sólo uno puede ser el verdadero. Cada creyente sabe elegir sabiamente de entre todos aquel que le resulta más creíble. Es vital el que, en una elección tan fundamental en su vida como es la de atinar con el único verdadero para que toda su dedicación no sólo no caiga en saco roto sino que no le avoque a una condenación aterradora, dicho creyente disponga de la suficiente información y decida con pleno conocimiento de causa.
Al contrario que el abominable ateo, el creyente es una persona que decide de forma totalmente consciente y madura su anexión a la fe que marcará su vida. Cualquier injerencia externa que perturbe su juicio, menoscabando la necesaria objetividad debe por tanto considerarse negativa.
El hecho de que la inmensa mayoría de creyentes se limite a profesar la fe dominante en su entorno geográfico y/o familiar podría interpretarse como el producto de una elección religiosa basada en el adoctrinamiento y en la necesidad de creer a cualquier precio, de forma que toda actividad racional estaría completamente limitada y al servicio de la fe preinstalada. También sería indicativo de que se adolece completamente de cualquier comparación objetiva y documentada de la fe propia con respecto al resto de las existentes o extintas.
Si analizamos el siguiente mapa se puede apreciar claramente la gran parte del mundo ocupada por gente que milita en una religión de forma irracional y desinformada, por simple borreguismo.


Resulta totalmente patente el hecho de que sólo las zonas de color amarillo han realizado su elección de manera juiciosa. Es curioso, además, el hecho de que, siendo así, la fe verdadera se halle concentrada en determinadas áreas geográficas igual que el resto, pero eso no debe llevar en ningún caso a engaño y la prueba es que han acertado en su sesuda elección.
Es curioso además como el creyente acostumbra a ver a las religiones diferentes de la suya como simples ritos al servicio de una mitología heredada de sus ancestros, mientras que la suya es la única verdadera.
Qué duda cabe que la falta de información es un grave peligro que acecha a mis pobres corderitos y que puede terminar apartándolos del rebaño. Pero aún más perniciosa si cabe es el que dicha información sea fraudulenta y engañosa porque podría tener como consecuencia el hecho de creer por creer. Aunque después de lo expuesto pueda parecer una postura hipócrita, es muy importante mantener a salvo al individuo de toda la influencia maligna de las religiones desde la más tierna infancia a excepción de una, la mía, porque sólo hay un Dios verdadero y qué duda cabe de que ese soy Yo.

lunes, 8 de septiembre de 2008

La hipótesis de mi existencia.

La existencia de una ó varias deidades es la más temprana, la más simple y la más reconfortante hipótesis surgida para explicar el mundo cuando la especie humana alcanzó el grado de inteligencia suficiente para permitirle plantearse las grandes dudas trascendentales.
Ante la total falta de conocimientos previos fue completamente inevitable el que se plantease la hipótesis de que algún ser superior, mágico y con poderes verdaderamente extraordinarios era el responsable de todo. Había una necesidad acuciante de verdades reveladas y una visión completamente mística del Universo.
La más antigua hipótesis que aún perdura hoy en día, sigue sin avances para lograr su demostración y todas las presuntas pruebas iniciales ido siendo gradualmente descartadas con el desarrollo del conocimiento humano. Por tanto, sólo puede aspirar a mantenerse vigente como tal, en base a la falta de pruebas de su falsedad, pese a que con el tiempo se vayan acumulando estrepitosamente los indicios de que se trata de un mero atajo intelectual.
El concepto de deidad implantado en el cerebro humano y la falta de perspectiva, han hecho olvidar ya el hecho de que sólo es una hipótesis completamente primitiva, formulada en los tiempos de mayor ignorancia del ser humano y transmitida de generación en generación. Es por ésto, queridos feligreses, que mi existencia ya no tiene que ser probada, invirtiendo el sentido lógico de razonamiento y la carga de la prueba. Así podréis dedicaros gentilmente al disfrute de vuestra fe como alegres borreguitos.

martes, 2 de septiembre de 2008

Mis elegidos.

El hecho de considerarse elegido por Dios es algo muy frecuente en la historia y ha supuesto siempre la razón última esgrimida cuando se trata de alardear de superioridad en el ser humano. El argumento autojustificante y circular se puede expresar como: soy superior porque he sido elegido por Dios y si he sido elegido es porque soy superior.

- A nivel de especie. Al ser humano le gusta creerse la especie central de la creación.
  • Para los creacionistas lo es desde el primer momento.
  • Para muchos evolucionistas es la culminación del proceso evolutivo, entendido así como un premio a la superioridad.
El sentimiento humano de superioridad consiguió sobreponerse al hecho de no ocupar el centro del Universo.

- A nivel de grupo. Son innumerables los pueblos que se han considerados elegidos por su divinidad a lo largo de la historia. De hecho, es difícil que un pueblo crea un un dios que no le tiene a él un afecto especial. Puede haber de ésta forma dos casos:
  • Que los pueblos se creen un dios a medida de sus necesidades y que, por supuesto, les tenga a ellos como elegidos. En mi caso, fue el pueblo judío quien así lo hizo.
  • Que versionen un dios preexistente de forma que les tenga en especial consideración. Eso ha pasado mucho en la historia y especialmente en los imperios, aplicando el razonamiento de superioridad expuesto al principio. Hoy en día se ve ésto claramente en Estados Unidos, pero en España ocurrió en el pasado y sigue siendo así para los nostálgicos del régimen que se autoproclamó "reserva espiritual de Occidente".
Los pueblos elegidos por su Dios han sido una constante en la historia bélica de la humanidad.

- A nivel individual. Aquel individuo que goza de un desmedido afán de superioridad también acostumbra a autoproclamarse elegido por Dios. El ser mi elegido puede tener algunos usos como:
  • Es un gran antídoto contra los remordimientos de conciencia experimentados en el caso de la persona que vive una vida acomodada y placentera mientras es consciente de la miseria que padecen sus semejantes sin dignarse a hacer nada.
  • Un uso más inquietante que suele hacerse es aquel que se da cuando el sujeto utiliza el argumento como justificación para dominar a su pueblo. Es algo recurrente en la historia de la especie humana.
El concepto de haber sido elegido por Mí es de gran importancia para el sentimiento religioso, resultando muy beneficioso por favorecer su difusión. Ni qué decir tiene que Yo no elijo así como así, abundando los impostores, pero no deja de resultarme un tanto gracioso el asunto del orgullo humano. Otra cosa sería que el carácter pretencioso del éste fuese un paso más allá y le hiciese a alguien creerse el mismo Dios y, por ejemplo, hiciese un blog...

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