lunes, 14 de julio de 2008

El poder de mi Iglesia.

Mi religión es realmente maravillosa porque promueve el amor y la verdad de Dios. Mi Iglesia surgida frente al poder establecido con el mensaje de la defensa de los más desprotegidos, que les lleva la esperanza de la vida eterna y que encauza a la humanidad por el camino del bien, merece el mejor de los destinos. Es por eso, por lo noble de su causa en defensa de los más débiles, que debe procurar la salvación del mayor número de gente posible y para eso, queridos feligreses, es necesario poder.
El inmenso poder del que históricamente ha disfrutado mi Santa Iglesia es la mejor garantía de defensa ante los poderosos y quien albergue la fe verdadera y el amor por el prójimo en su corazón, debe luchar denodadamente para que la Iglesia católica alcance las más altas cotas posibles de poder con el que seguir adoctrinando y ganando almas para el Señor. Porque quien tiene la certeza de que está haciendo el bien, debe defender sus convicciones frente a los ataques racionalistas y entregarse a la noble causa de procurar la salvación de los infieles por cualquier medio a su alcance, incluyendo la Guerra Santa.
Es normal que se critique a la jerarquía de mi Iglesia por inmiscuirse en temas políticos y ignorando que solo se pretende hacer el bien y cumplir Mi Palabra ya que, la democracia, ese sistema políticamente correcto al que no nos conviene criticar en público, resulta claramente limitante al dar el poder directo al pueblo y no a Dios. Es por eso que la obligación moral de mi jerarquía es orientar a dicho pueblo hacia mi palabra, evitando que se le note mucho su desagrado con un sistema tan imperfecto.
Se avecinan tiempos peores y con añoranza de la Edad Media y del nacional-catolicismo, nos vemos ahora obligados a plantar cara al malvado laicismo, que trata de limitar el poder redentor de Mi Iglesia. Ante tales retos, es necesario el apoyo económico de mis fieles para recuperar lo mejor del glorioso pasado.
Una Iglesia poderosa es garantía de un mundo mejor, un mundo de esperanza y amor permanentemente arrodillado ante Mí, su Dios.

1 comentario:

Diana Ubicua dijo...

Dios, me decepcionas demasiado ¿con que glorioso y seremonioso dinero quieres que te ayudemos?, creo tu omnividencia te esta fallando, el mundo esta en crisis -por si no lo sabías- ¿qué pretendes ahora?, abrir una cuenta de banco a tu nombre o volvernos a exigir el diezmo...
De verdad, dios, sería mejor te dieras una vuelta por la tierra quizas tu clarividencia te está fallando...

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