martes, 4 de noviembre de 2008

Mi suprema arbitrariedad.

Por definición soy un ser infinito, increado y todopoderoso. Dado que nada existía antes que Yo, que fuí el artífice de la creación y que mi poder es ilimitado es evidente que no podía haber criterios previos que limitasen mis actos. Por lo tanto todas las decisiones que he tomado, así como las leyes que he impuesto tienen que ser necesariamente arbitrarias. Matar y robar es malo porque Yo así lo quise y pensar que son actos intrínsecamente malos, al margen de mi decisión, es plantear que el bien y el mal existen antes que Yo y que limitan mi condición, cuestinonando mi propia existencia y anulando todos los argumentos que fundamentan la moral religiosa.

El hecho de que las verdades absolutas que necesita mi religión surjan de manera completamente arbitraria es algo que no resulta fácil de asimilar por Mi Iglesia en su obcecada lucha contra el "relativismo ateo". Es por ser una cuestión tan incómoda que Mi Santa Iglesia trata de negarla constantemente con argumentos completamente inconexos que acaban inexorablemente buscando refugio en el, tan socorrido, Misterio Divino.

En cualquier caso queda claro que mi suprema arbitrariedad es la cualidad principal que rige todas mis decisiones, arrastrando tras de sí a todo el Universo, en una eterna sinfonía de amor.

2 comentarios:

aurevoir dijo...

Dios existen las enfermedades mentales? son todas las enfermedades creadas por la mente? podría pedirte un milagro aunque no este en condiciones de hacerlo???

El Creador dijo...

Claro que existen las enfermedades mentales. Pídeme el milagro si quieres pero ten en cuenta que yo para esas cosas de los milagros soy muy mío...

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