viernes, 30 de abril de 2010

La existencia del Mal.

El hecho de que, siendo Yo tan sumamente bondadoso, permita la existencia del Mal es una de las grandes contradicciones de Mi religión. Para justificarlo se utilizan todo tipo de pintorescos razonamientos que van desde descargar responsabilidades en el Malvado Satanás hasta basarse en el libre albedrío. El problema es que por mucho que se maree la perdiz y se le den vueltas para despistar, si Yo soy Todopoderoso, Omnisciente y Creador de todo lo existente, el Mal ha de ser obra Mía por acción y omisión. Sin embargo, no está mal el desesperado intento de Mis devotos creyentes por escurrir el bulto, y otro ejemplo en esa línea del tipo de lógica difusa, efectista e insostenible que constantemente se usa en la defensa de la fe es este que enlazó en este Sagrado Blog un ejemplar miembro de Mi ovino rebaño, en forma de leyenda:


En él se utiliza una bonita parábola en la que se equipara el Mal al frío y a la oscuridad. De esa forma, el frío no existe sino que es una ausencia de calor, lo mismo que la oscuridad es solamente ausencia de luz. Definido en esos términos, el Mal sería la ausencia de Bien. Ciertamente los términos frío y oscuridad son sólo definiciones utilizadas por el hombre para referirse a las ausencias de luz y de calor. Es una verdadera pena que el Bien no pueda medirse como sí puede hacerse empíricamente la luz y el calor, con lo que nada impide que, de la misma manera, pueda interpretarse el Bien como ausencia de Mal. En cualquier caso, lo bueno, es que no hace falta que los argumentos resistan un análisis racional porque, queridos hijos Míos, la necesidad de creer hace que cualquier Absurdo razonamiento sirva para aplacar las inquietudes mentales. Como ejemplo utililizaré otra parábola igualmente redundante en el Absurdo:

Alguien está en su casa por la noche y, de repente, un apagón le deja sin electricidad. Llama a su compañía eléctrica y le dice que qué ocurre en el suministro para que él se haya quedado a oscuras y tiritando de frío por no tener calefacción. La respuesta que recibe es que no se preocupe que ni la oscuridad ni el frío existen. El usuario, por supuesto, se queda mucho más tranquilo. No se lo toma mal porque el Mal tampoco existe.


Lo cierto es que, querida feligresía, se le dé el nombre que se dé, Yo Bien podría en Mi omnipotencia no haber creado la ausencia de Bien. Lo que ocurre es que Mis designios son inescrutables, Mi indolencia proverbial y Mi sadismo insaciable. Y, si bien, Mi existencia no depende de que Yo sea bueno o malo, la verdad es que sí lo hace la fe en Mí, puesto que la gente necesita creer en un Dios bondadoso. Y Yo no sería nadie sin Mis masas de devotos y serviles feligreses buscando satisfacer Mi insaciable arrogancia.
Por otro lado, Me parece inadmisible que en el artículo citado se Me ningunee diciendo que Yo no creé la ausencia de Bien. Todo el mundo sabe que Yo soy El Creador de todo lo existente, incluyendo este iluminador blog que se constituye en verdadera y única prueba empírica de Mi propia existencia.

martes, 27 de abril de 2010

Mis inescrutables designios.

Es bien conocido, queridos fieles, lo inescrutable de Mis designios. Se recurre a este concepto cuando a un hecho, que supuestamente es responsabilidad Mía, no es posible encontrarle una interpretación que resulte conveniente para los intereses de la fe. Al igual que el Misterio Divino, es un maravilloso comodín al que recurrir en última instancia para justificar los Absurdos y contradicciones de Mis actos, y con ello de Mi religión. Es un último recurso al que se recurre constantemente, lo cual solo se justifica por la total falta de soporte racional de la fe, que tan solo se basa en la necesidad de creer. Se utiliza constantemente ante cualquier evento que ponga en evidencia tanto a Mi suprema bondad, como a Mi omnipotencia, como a Mi olvidadiza omnisciencia


Por supuesto, queridos fieles, que los designios divinos son inescrutables. No podría ser de otra forma puesto que Mi divina condición conlleva inevitablemente implícita una infinita arbitrariedad, en la que se fundamentan las verdades y principios morales absolutos que permiten a Mis creyentes escapar del horrible vacío de relativismo de los ateos.

viernes, 16 de abril de 2010

La naturaleza al servicio del hombre.

Hoy voy a hablar, querida feligresía, de un tema tan importante como la ecología y la relación del hombre con el medio ambiente. Lo que os debe quedar claro es que la naturaleza corpóreo-espiritual del hombre es la que la garantiza la superioridad humana sobre todo lo existente en Mi maravillosa creación. El mundo, con toda su variedad de paisajes, es hábitat para el hombre que, mediante sus creaciones humanas, trata de hacer del planeta tierra un hogar en el cual vivir dignamente y poder desarrollar su existencia. Esta tierra es un don divino, que debe custodiar y cultivar; comprender y estudiar en sus leyes naturales, siempre y cuando no resulten inconvenientes para la fe. Es mediante religiones como la Mía, en tanto y cuanto que generadora de certezas acerca de la muy anhelada necesidad de superioridad humana, que pueden hacer aseveraciones como que la naturaleza ha sido creada al servicio del hombre. La mente humana Me utiliza para fundamentar su necesidad de sentir que la naturaleza le pertenece y, por lo tanta, está en su derecho de usarla como le convenga. Para ello es completamente necesario olvidarse de los avances científicos que han ido progresivamente desplazando al planeta Tierra de su privilegiada condición de centro del Universo a otra posición mucho más insignificante y periférica. Lo mismo puede decirse de las evidencias ecológicas y evolutivas que relega a la especie humana al papel de un mero integrante más del equilibrio natural y le desposee de una transcendencia que le situaba en una privilegiada posición de inmune superioridad.


Está bien eso de cuidar el entorno y de proteger las alimañas pero siempre que se tenga muy presente que el ser humano es la especie por Mi elegida y puede disponer a su antojo de los recursos naturales. Aquellos que afirman que los recursos del planeta son limitados y que la especie humana es una especie más de las que puede extinguirse como consecuencia de un grave desequilibrio ecológico no son sino denostables e irreverentes ateos, siempre al servicio del malvado Satanás. La naturaleza ha sido por Mí creada para el disfrute único y exclusivo del ser humano, por muchos disgustos que las catástrofes naturales puedan ocasionarle. Tal superioridad está justificada por la fe en Mí, queridos feligreses, y esa es la mayor garantía que puede haber, siendo casi tan grande como la propia certeza de Mi existencia que queda completamente demostrada con este divino blog.

miércoles, 7 de abril de 2010

Los abusos contra Mi Iglesia.

La avalancha de escándalos por abusos a menores por parte de sacerdotes de Mi Santa Iglesia ha colocado a ésta en una difícil situación, viéndose gravemente perjudicada su imagen y con ello su ejemplar labor de propagación de la fe. La tradicional y endémica pederastia de Mi Iglesia empieza a ser un verdadero problema como consecuencia de la desmedida sensibilidad de la sociedad hacia dicho asunto. Yo tengo que aclarar que es normal que un clero antinaturalmente célibe tenga tentaciones y que se extralimite en el amor profesado a los tiernos borreguitos del rebaño, pero eso en modo alguno ha de empañar la sacrosanta labor evangelizadora de Mi Iglesia, en cuanto que única religión verdadera. Cada vez son más las naciones implicadas pero siempre es esperanzador ver cómo en países con tanta implantación católica como son los hispanos, sigue costando mucho que estas "solicitaciones" salgan a la luz pública. De algo tenía que servir su piadosa  tradición católica consolidada gracias a la connivencia eclesial con los totalitarismos y a su implacable labor de tutela de las libertades.


Pese a lo extendido de las prácticas pedófilas, resulta completamente intachable la sabia postura adoptada por tan santa institución, de considerarlas como un pecado que ha de ser juzgado por la ley de Dios, por lo que ha de ser encubierto para que no lo sea por la ley de los hombres. Lo inaceptable es que la población no entienda tan recto proceder. Eso es consecuencia del catastrófico olvido de Mí en el que están cayendo la sociedad moderna con lo que conlleva de pérdida de unos valores morales justificados únicamente por la fe en una deidad. Eso nunca le ocurrirá a Mi clero, pleno sabedor de que solo Yo garantizo el bien y no puede haber mayor justicia que la por Mí impuesta. De hecho, es ese olvido el que reviste una gravedad sumamente mayor que el de "solicitar" el amor de la infancia. Mi Iglesia, está siendo víctima de un linchamiento moral por parte de la opinión pública, pese a su irreprochable actitud contra los curas pederastas. Incluso el bueno de Benedicto, con lo que él ha hecho por evitar el bochorno a Mi Iglesia durante sus tiempos de supremo inquisidor, se ha visto obligado a rectificar, aparentando un cambio radical de actitud. En lugar de seguir encubriendo a los clérigos pederastas se anuncia ahora la colaboración con la justicia civil. ¡Qué humillante papel!, y no ante Mí (que eso siempre es bueno), sino ante los meros mortales.  Pero, como no podía ser de otro modo,  Mi Iglesia emplea al mismo tiempo, de forma magistral, unos recursos tan antiguos y manidos como son el oscurantismo y la hipocresía a la hora de dar explicaciones. También hace bien recurriendo al más rastrero victimismo conspiranoico, hablando de malévolas "murmuraciones" y proclamando el exagerado y abusivo uso de los casos de pedofilia contra ella. Es admirable ver cómo echa balones fuera y culpa a la indecente pero irresistible provocación ejercida por los siempre turgentemente apetecibles efebos sobre sus receptivos pastores, y a la depravación de un mundo actual abandonado a la más indecente y pecaminosa lujuria carnal, obra del Maligno.  Una nueva y admirable demostración de la ancestral e inigualable capacidad de la cúpula de Mi Iglesia para anteponer su cuota de mercado  a cualquier otra consideración, por mucho que flaquee la fe de sus dirigentes. Todo ha de valer con tal de conservar y aumentar el poder necesario para difundir Mi Palabra de amor y esperanza entre el género humano. Y más si se tiene en cuenta la gran cantidad de dinero que le está costando la broma a  Mi siempre necesitada Iglesia.
Porque como dice Mi fiel Benedicto, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Y de eso sabe mucho Mi Iglesia, que en cuanto que supremo referente moral, tantas y tantas ha tirado.

Difunde Mi Palabra

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